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Kiva, Segundo número

Personajes navideños. ¿Realidad o fantasía?

Queridos Reyes Magos...

Porque reflexionar es necesario,
y en Navidad quizás aún más

TEXTO
CRISTINA SARALDI

ILUSTRACIÓN
SOFÍA SAVIETTO

Como veíamos en nuestro primer número, la educación está cambiando y con ella, sin duda, la consciencia y coherencia en muchos de los actos que llevamos a cabo como padres.

Entre estos actos, o maneras de predicar con nuestro ejemplo, entran, una vez al año, Papá Noel y los Reyes Magos, como personajes principales, y los distintos personajes “mágicos” que son capaces de atravesar el espacio, el tiempo y los hogares españoles para entregar regalos a los niños del mundo.

Regalos sí, ¿pero desde cuándo?

La historia no se pone de acuerdo acerca de cuándo comenzó la costumbre de entregar regalos en Navidad. De hecho hay diversas teorías al respecto. Algunos hablan de la época romana cuando el emperador romano recibía obsequios de sus admiradores. En aquella época, los regalos eran ramas de hoja perenne que fueron evolucionando en miel y pasteles. Obviamente, nada que ver con los obsequios de hoy en día.

Otros se remontan a la Edad Media, y hay quienes defienden que esta tradición navideña comenzó a extenderse en Estados Unidos en los años 20, aunque se hizo mucho más popular entre los años 30 y 40 cuando Coca-Cola incluyó a Santa Claus en su campaña navideña.

Hay quien prefiere remontarse a la Biblia, a cómo ésta promueve el dar antes que el recibir y cómo se entregaron regalos al niño Jesús; y cómo, con el paso de miles de años, y conforme el comercio fue creciendo, los comerciantes decidieron promover la venta de regalos también entre el público adulto.

Sea cual sea el origen que más nos gusta, hay diversas teorías que hablan de los comienzos de esta tradición. Lo que está claro es que, hoy en día, el consumo navideño llega en algunas ocasiones a ser desmesurado. Hay gente que defiende que los padres queremos regalar a nuestros hijos todo aquello que no pudimos tener como niños. ¿Esto podría ser uno de los motivos? Yo no lo sé, y sólo sé que lo importante es que reflexionemos y nos cuestionemos qué y cómo compramos, no sólo en Navidad, sino durante todo el año.

Kiva magazine
Navidad

Distintas fechas según los países

¿Sabíais que se celebran distintos días navideños antes o después del 25 de diciembre según el lugar del mundo donde estés?

La víspera de San Nicolás, el día 5 de diciembre, los niños en Holanda reciben sus primeros regalos. El día de San Nicolás (6 diciembre) lo hacen en Bélgica, Alemania, República Checa y otros países europeos.

Los niños en el Reino Unido, EE.UU. y muchos otros países, como Japón, abren sus regalos exclusivamente el día de Navidad, 25 de diciembre.

Y nosotros, los españoles (y también cada vez se suman más países latinoamericanos), somos los últimos en abrirlos, la noche del 5 de enero o el mismo día 6. Celebramos la llegada de los 3 Reyes Magos de Oriente.

Y hablando de magia y de regalos, es momento de hablar de esos personajes a quienes se les atribuye el mérito de entregar regalos en la gran mayoría de hogares. Entre Melchor, Gaspar, Baltasar, Papá Noel, el Olentzero, el Tió de Nadal y muchos más personajes fantástico, llegan a los distintos hogares millones de regalos en estas fechas.

Y como cada año, sobre todo en los ámbitos educativos más conscientes, surge el debate sobre qué hacer como padres respecto a la supuesta mentira que esto supone.
¿Tú te has planteado qué hacer y las consecuencias que pueden existir en tus hijos según plantees la Navidad y cómo se hace la entrega de regalos?

En Kiva magazine no podemos más que apelar al sentido común, e invitar a cada familia a que haga lo que más le guste o mejor resuene con su manera de concebir por un lado la Navidad, y por otro, la educación de sus hijos. Sin embargo, sí que queremos invitar a la reflexión, ya que a muchos nos ha pasado que en el momento de reflexionar, nos entran dudas y hasta cambiamos de opinión sobre lo que queremos y cómo lo queremos.

Según Mónica Barón, psicoterapeuta infantil Las madres y los padres deciden por la educación de sus hijos e hijas, y desde ahí deben sentirse legitimados. Pero el sentido común debe estar siempre presente. No es de sentido común que un niño o niña de 12 años crea aún en que la fantasía de los Reyes Magos y de Papá Noel sea una verdad. Si es así hemos de preguntarnos qué hemos hecho para ello y cómo hemos llegado a ese punto”.

Una mentira piadosa

Como todos sabemos, delegar la entrega de regalos en los distintos personajes que escojamos es, sin lugar a dudas, una mentira. Es cierto que es una mentira cargada de ilusión, de buenas intenciones y de una magia que, en muchas familias, sólo se vive una vez al año.

Los únicos capaces de conocer cómo convivir con esta mentira y cómo enfrentarse al momento de la verdad son los padres cuya decisión habrá sido, presumiblemente, tomada por consenso y con criterio. Ahí nadie debe opinar.

Muchos padres que predican el no mentir nunca a los hijos, han decidido seguir adelante con su mentira, por sentirla cargada de magia. En el momento de decidir alimentar esta ilusión y seguir con su manera de educar tan respetuosa, manifiestan mucha satisfacción ya que sus hijos han agradecido el esfuerzo de tantos años una vez han sido conscientes de la realidad.

Una mentira dolorosa

Sin embargo, son muchos los testimonios de personas que recuerdan como un gran dolor una vez se enteraron de la verdad. Para ellos sus padres habían mentido. Eso que no se debía hacer y lo estaban haciendo sus mayores pilares.
Éste es uno de los principales motivos por los que muchos padres de hoy en día deciden no alimentar esta mentira.

¿Cómo lo hago?

Una de las preguntas más recurrentes a la hora de decidir no mentir respecto a este tema es cómo llevar a cabo vivir en la verdad si nuestra sociedad está cargada de mensajes mágicos. Una vez más, cada familia ha de encontrar su fórmula y recurrir a ella. Aunque lo más importante es respetar, por un lado la capacidad infantil de crear ilusión, y por otro, las decisiones personales de cada familia.

Así que seas de los que quieres creer en los Reyes Magos, Papá Noel y cualquier personaje fantástico o seas de los que decides no llevarlo a cabo, busca disfrutar de tu Navidad, educar en valores y respetar las decisiones de los demás.

Porque una vez más, en algo así de bonito, también hay multitud de decisiones. Y son todas ellas igual de válidas siempre que se tomen con el corazón y no con la inercia.
Cierto es que cada vez hay más familias que se cuestionan estas mentiras y antes no era algo tan común. Internet nos ha abierto un nuevo horizonte con distintas propuestas y podemos encontrar diversos cuentos que contar a nuestros hijos para mantener nuestra chispa, sea verdad o mentira cargada de ilusión.

Chantaje

Lo que debemos evitar, sin lugar a dudas, es repetir la típica pregunta, ¿has sido bueno? O utilizar como chantaje el comportamiento de nuestros hijos ante las decisiones de estos personajes navideños.

Y ¿por qué? Porque no es nada respetuoso con ellos y porque además no lo vamos a llevar a cabo. Porque es un chantaje en toda regla y porque conseguir que se porten según tus ideas de crianza, es tu responsabilidad como padre o madre. Y no la suya el actuar en consecuencia a tus necesidades, que encima en estas ocasiones, suelen variar según el estado de ánimo del adulto.

Como buscamos un mundo mejor, evitemos chantajear a los niños. Y sí, quizás ahora al leer esto te llama la atención y nunca antes te lo habías planteado. Así que si te lo planteas ahora mismo, bienvenido. ¡Eso que ganas!
Por lo tanto, disfruta de la Navidad, no chantajees, miente si te da la gana y no mientas si no quieres.

Si también buscas un nuevo cuento, en este número especial tenemos la suerte de contar con una nueva historia, escrita por Paloma Balandis, de “El nido de Balandis” y que nos la regala para Kiva magazine con todo su corazón. Para que tengas un recurso nuevo donde inspirarte si decides no alimentar esta mentira tan piadosa y tan mágica a partes iguales.

Noche Mágica

Hace mucho, mucho tiempo, cuando los hombres dejaron de viajar de un lugar a otro y decidieron quedarse en el sitio que más les gustaba para vivir, se construyeron sus casas en medio de los grandes bosques. Cada una donde más a gusto se encontraba.

Durante el otoño, recogían todo lo que habían sembrado para pasar el frío invierno, y justo cuando cambiaba la estación, las familias hacían una gran fiesta de bienvenida al Invierno en casa de los abuelos.

Como ya hacía frío y pronto se hacía de noche, los abuelos ponían velas en los árboles iluminando el camino hacia su casa.

Y así, siguiendo las luces, llegaban los hijos y los nietos a reunirse todos alrededor de la mesa para dar las gracias por todo lo que habían recolectado ese año. Era una noche mágica que la pasaban todos juntos.

Hablaban, reían, se contaban cosas; y lo mejor venía después, cuando los abuelos se sentaban cerca del fuego con los hijos y los nietos a su alrededor y les contaban muchos cuentos, uno tras otro, hasta que el último nieto se quedaba dormido.
Un invierno, pasó algo que nunca antes había pasado. ¡Un bebé tuvo la fortuna de nacer justo esa misma noche!

Es tanta la alegría cuando nace un bebé que, aprovechando la reunión, todos le llevaron regalos a la recién nacida y a sus hermanos y hermanas. Y también a los primos y las primas, y al papá y a la mamá; y a los tíos y a las tías; y al abuelo y a la abuela.

Se cuenta que fue una noche tan mágica, que hasta los reyes de las noches mágicas se acercaron con un detalle de bienvenida para la pequeña bebé.
Esto gustó muchísimo. Tanto gustó, que al año siguiente, cuando se acercaba el invierno, todos hablaban de la noche mágica y cuánto les gustaría que se repitiera de nuevo.

Y lo repitieron.

Cuando llegó el día en el que las familias se reunieron para dar la bienvenida al invierno, en cada casa hubo comida, risas, historias, cuentos en la chimenea y también un regalo para los más pequeños; otro para los mayores y otro para los más mayores.

De esta manera se fue repitiendo año tras año, en la noche más mágica del año.

Y todavía hoy seguimos procurando que así sea, iluminamos el árbol de nuestra casa, para que nadie se pierda para llegar, y nos juntamos para cenar con la familia. Nos contamos historias y entre todos hacemos una noche mágica. Tanto que hasta podemos ver a los Reyes Magos en las calles, nos acostamos escuchando cuentos y nos despertamos con alguna sorpresa los pequeños, los mayores y los más mayores.

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